A todas nos ha pasado. En algún momento hemos querido que nuestros hijos sean o hagan lo que hacen los demás. Hablando por supuestos de esas cosas que a simple vista parecen positivas. Nos presiona la idea de no estar dando “el ancho” en la manera en que los estamos educando, y nos preguntamos si es que acaso estamos fallando en algo. Si nos hacen falta clases a las cuales inscribirlos, si les estamos leyendo lo suficiente, si los estamos alimentando como se debe, si están siendo “como los otros niños”.
Y me doy cuenta que eso no importa.
Recién platicando con Ximena sobre una de sus amiguitas, le pregunté por qué es que ella tenía más puntos en lectura, y cómo es que eran ganados. Me explicó (lees los libros, contestas cuestionarios sobre el libro y recibes puntos por respuestas correctas), y entonces le hice la pregunta que tal vez no debí haber hecho, pero la hice “¿y no te gustaría tener los mismos puntos?”, “No mami” -me respondió, “yo leo porque me gusta, no porque quiero ganar puntos, y leo a mi propio ritmo”.
No cabe duda que tengo mucho que aprender de ella.
Mi hija no tiene por qué ser como su amiguita. Ella es única, con personalidad, gustos y aficiones propias. Y no tengo que forzar algo que ella no está dispuesta a hacer, sólo porque los demás niños lo está haciendo. Sé que ella disfruta mucho leer, que tiene una memoria que me sorprende, y que aún después de un tiempo puede decirme exactamente de que se trató lo que leyó, pero por supuesto que no leerá por la presión de obtener puntos, y mucho menos leer para obtener premios. Ella no es así.
Nuestros hijos no tienen que ser como los otros niños por estas razones:
– Los otros niños, no son como nuestros hijos. Cada niño es único e irrepetible. Podrán acaso tener intereses, aficiones y habilidades en común, pero nunca serán iguales.
– Debemos celebrar su individualidad. Y no pretender que sean como los demás para “encajar”, para ser como ellos.
– Nuestros hijos tienen su propio valor. Son nuestros hijos, son únicos y los amamos.
– Ser como son está bien. Tenemos que motivar su crecimiento personal, incentivar sus gustos y aficiones. No demeritar sus logros.
– Aceptarlos como son, es ayudarlos a crecer con un autoestima saludable. Compararlos con otros, los hará inseguros.
Mi hija no tiene que ser como las otras niñas. Ella sólo tiene que ser, ella misma.
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