No tengo sino buenos recuerdos de cuando era niña y compartía con mis abuelos (o abuelitos como les decíamos de cariño). A pesar de que los maternos fallecieron cuando yo era muy chiquita, con mis abuelos paternos si compartía mucho más, sobre todo en la época del verano donde nos reuníamos los primos en su casa del cerro, jugábamos y nos peleábamos, comíamos elotes o quesadillas de flor de calabaza, o simplemente andábamos corriendo de un lado a otro recogiendo frutas silvestres o subiéndonos a los árboles. Debe ser por eso que quiero para mis hijas lo mismo: una bonita experiencia y buenos recuerdos de los días que comparten con sus abuelitos.
Cuando los abuelitos viven en una ciudad diferente a la tuya, es dificil pasar tiempo con ellos, por eso hay que aprovechar el tiempo y la oportunidad cuando los tenemos cerca. Recién estuvieron mis papás de vacaciones en la casa y a pesar de que sólo fue menos de una semana, bastó para que mis hijas disfrutaran con ellos en casa, aprendieran a pescar de manera básica y para que la más pequeña, hablara un poco más de Español.
Si los abuelitos vivieran cerca, sería una bendición. Los abuelitos son importantes en la vida de sus nietos, porque les proporcionan esa complicidad que se da con los amigos, les ayuda a estrechar los lazos de familia, y a reforzar y practicar el idioma Español si vives en un país diferente al que naciste y donde en general se habla sólo Inglés (como cuando en nuestro caso).
Los abuelitos pueden proporcionar esas horas de juego interminable, esas pláticas graciosas sobre nosotros cuando teníamos la edad de nuestros hijos, esas enseñanzas que quizás nosotros como papás no hemos proporcionado y además ese sentido de pertenencia a la familia, al idioma, a la comida, a los recuerdos y a las costumbres.
Celebremos a los abuelitos, dejemos que se acerquen a nuestros hijos, que les compartan sus experiencias, que les enseñen a tirar piedras en el río, a pescar sin una caña, a andar en bicicleta, a pronunciar las palabras o simplemente a estar sentados lado a lado, viendo sus programas favoritos.
Inculquemos el amor hacia los abuelos con nuestros hijos, porque aún cuando ellos no vivan cerca de nosotros, hay maneras de hacerlos sentir como que nunca nos hemos ido. Hablemos por teléfono, compartamos fotos, escuchemos canciones y contemos historias. La siguiente vez que tus hijos vuelvan a ver a sus abuelos, seguramente no estarán como gatito asustado detrás de tí, porque nunca les dijiste cómo se ven, nunca les dejaste escuchar su voz, nunca les contaste sus historias o simplemente nunca les dejaste saber que existían.
Los abuelos no son como los padres, su tiempo ya pasó, ahora a ellos les toca solamente el juego y consentir a los nietos. Deja que lo hagan de vez en cuando, que las memorias de tus hijos y su sonrisa, valdrán la pena.
Benditos los abuelos que existen, y sobre todo que comparten con los nietos.
¿Viven cerca de tí los abuelitos de tus hijos? ¿cada cuándo los ven?
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