Una Mexicana en USA

¡Cumplí mi meta de correr el primer Maratón y fue en Chicago!


Recuerdo como empezó todo. Estaba publicando una foto en mi cuenta de Instagram después de haber salido a correr, cuando revisando las fotos que tenían el mismo hashtag que había utilizado yo, me encontré con las fotos de las personas que acababan de participar en el Maratón de Nueva York.

Ver todas esas fotos fueron no solamente una motivación, sino una especie como de llamada de lo que sería mi próxima meta: correr mi primer maratón. A pesar de tener alrededor de dos años corriendo, y de que acababa de correr mi primer medio maratón en la Ciudad de Chicago, nunca me había pasado por la idea siquiera de correr una distancia mayor a 13.1 millas, ¡mucho menos 26.2!

Pero la manera en como todas esas personas disfrutaban, todos los obstáculos que habían sobrepasado y el trabajo que llevaron a cabo para llegar ahí, me hicieron animarme a ponerme esa meta para el 2014 y lo hice publico en una actualización de estatus en mi cuenta personal de facebook:

En ese momento estaba tan emocionada que nunca me puse a pensar en dónde sería, cómo lo haría o simplemente qué necesitaba para inscribirme. Poco a poco fui investigando, y llegué a la conclusión de que lo más práctico sería correr en un lugar que ya había corrido antes, y que no quedara tan lejos de casa, fue cuando puse mi meta en Chicago.

Cuando anunciaron qué día se abrirían las “pre-inscripciones”, recuerdo haber puesto el evento en mi calendario para que no se me pasara, me anoté como seguramente lo hicieron miles de personas más, y esperé más de una semana para saber si había sido aceptada para correr.

Cuando me llegó mi correo diciéndome que había sido aceptada, sentí que el corazón se me salía del pecho, una cosa es decir “quiero correr” y otra “voy a correr”. Ahora las cosas eran reales, ahora si no podía poner excusas. Qué locura de nosotros los corredores cuando nos emocionamos y alegramos cuando somos elegidos para participar en una carrera a través de un sorteo y más aún que tenemos que pagar para hacerlo. Pero solo nosotros entendemos lo que es ponernos una meta, y trabajar para lograrla. Sólo cuando te conviertes en un corredor te das cuenta lo que simplemente correr significa.

Me inscribí y empece a revisar planes de entrenamiento. Leí información sobre primeros maratones una y otra vez y todo apuntaba a que necesitaba un plan de al menos 20 semanas. Eso indicaba que tenía que empezar a entrenar en Mayo, para estar lista para la fecha del Maratón de Chicago que sería el 12 de Octubre.

Antes de Mayo tenía dos carreras más, dos medios maratones a los que me había inscrito como manera de mantenerme en movimiento, y que de alguna manera me sirvieron de distracción pero también de entrenamiento previo al “entrenamiento” Yo sé, suena complicado, pero si alguna vez te interesa correr un maratón sabrás a lo que me refiero.

No quiero extenderme mucho en cuanto a como me fue en el entrenamiento. Basta decir que muchas veces tuve la idea de “tirar la toalla”, de olvidarme del maratón y enfrentar la realidad de que este año simplemente no sería. Pero la idea de renunciar, y quedarme con la idea de “y que tal si si podía” simplemente no cabía en mi cabeza y decidí seguir aún con algunas dudas.

Otras tantas expresé mis temores a mi marido, a mis hijas, a mis amigas. Todos coincidían en que debía hacerlo -“como ellos no son los que van a correr”– pensaba. Pero hasta el 12 de Octubre entendí que si ellos me lo decían es porque creían en mí y que como mi hija me dijo “haz trabajado tan duro para llegar aquí”.

Me hice de tripas corazón y terminé el entrenamiento, y aún cuando la distancia más grande que había recorrido era de 16 millas (muchos recomiendan correr al menos una vez 20 durante el entrenamiento) no dejé que eso me nublara el pensamiento.

El día antes de la carrera acudimos a recoger nuestro paquete. Una playera, nuestro número y algunas otras cosas que estaban ofreciendo. Increíble la emoción que se sentía, y eso que aún no empezaba la carrera.

La noche antes de la carrera no podía dormir. Desperté varías veces porque no quería que se me hiciera tarde. A las 2 de la mañana simplemente no podía dormir más y la ansiedad me estaba consumiendo. Finalmente la alarma sonó a las 4:30 y estaba lista para levantarme. La idea era salir del hotel antes de las 5:30 porque por la distancia del hotel y lo que me tomaría desplazarme en el tren indicaba que al menos haría 1 hora de camino. Después de la experiencia entiendo que no era tan necesario levantarme antes de las 5, pero ahora lo sé para la próxima vez.

A la hora que llegué al Parque donde se reunirían todos los corredores, la temperatura estaba en los 40’s, no terminaba de amanecer y aún había pocos corredores reunidos. No fue sino cerca de las 7 que el lugar empezó a llenarse. La primer ola de corredores en salir fue a las 7:30 y la segunda que fué donde me tocó a mí a pesar de estar programada para las 8, no salimos hasta las 8:30.

A pesar de haberme inscrito para ir en un grupo de personas que terminarían de correr en menos de 5 horas, perdí al encargado del grupo desde la línea de salida, así que me limité a correr a una velocidad que me permitiera seguir y terminar, y no dejé que la adrenalina se apoderara de mí. Créeme, es fácil hacerlo cuando ves a todos los corredores al lato tuyo ir más rápido, cuando sientes el entusiasmo de los expectadores y los gritos de apoyo de los voluntarios.
Aunque mi principal meta era terminar, me inscribí en este grupo pensando que terminaría en 5 horas o menos.

Esperando para cruzar la línea de salida









La primera milla se fue como agua, y entonces llegó la tercera (5km), la sexta (10k) y poco a poco estas se iban acumulando. Antes de llegar a a milla 8 tenía unas ganas inmensas de usar el baño. Había leído que esto no era recomendado por las largas filas, pero cuando llegué a la milla 9 sabía que tenía que hacerlo, por suerte la fila era de unas 6 personas, así que no perdí mucho tiempo.

Me prometí que no tomaría “descansos” caminando antes de las 13 millas, y así fue. Después de las 13 llegaron las 15, y cuando menos lo pensé, ya estábamos en la 18. Para entonces sentía miedo, porque nunca antes había corrido más de 16 y trataba de enfocarme específicamente en la milla que estaba corriendo y no hacerlo a futuro, tenía miedo también de la famosa “wall” que todos temen al llegar a la milla 20. Pero no fue así. En ratos caminando y la mayor parte del tiempo corriendo, llegamos a la 20, después a la 21 y sin mucho pensarlo, ya estábamos en la 22. Al llegar a la milla 24 de repente se nubló y el clima se puso más frío, aunque no sé si era el efecto del sudor sobre mí, el cansancio de mis rodillas y la idea de que casi llegaba a la meta.

Al llegar a la milla 25 estaba a punto de llorar, y no tanto por saber todo lo que había recorrido, sino porque sentía que ya no podía y que me iba a dejar caer en cualquier momento. La idea de estar tan cerca, pero a la vez tan lejos me aterrorizaba. Deje de mirar a la gente y a los otros corredores, cerré los ojos muchas veces y me concentré en seguir un paso después del otro y cuando menos lo pensé, vi el letrero que decía que nos faltaban 800 metros, luego 400 y finalmente podía ver el letrero de “Meta”. Y hasta ahí llegué, no tanto corriendo pero tampoco caminando, trotando dirían algunos, pero no importaba.

Creí que cuando cruzara la meta me soltaría a llorar, era la única imagen que podía ver de mi antes de correr esas 26.2 millas, pero no sucedió. Sentía que lo haría, pero no fue así. Recibí mi medalla de que había terminado y el voluntario que la puso sobre mi cuello me sonrió, me felicitó y simplemente me dijo “Lo hiciste”.
Tiempo no oficial de lo que me tomó correr esas 26.2 millas.


NUNCA VOY A OLVIDAR ESTE PRIMER MARATÓN. Como siempre he dicho yo y lo han expresado otros corredores: los que corremos nunca lo hacemos solos. Generalmente traemos a nuestra familia en nuestros pensamientos, a Dios (para los creyentes) en nuestro corazón,  además de a otros corredores que saludamos en el camino. Lo especial de este maratón en Chicago, fue precisamente eso, que NUNCA estuvimos solos, y parte de eso fue gracias a sus Voluntarios y los Expectadores.

Ahora entiendo porqué este Maratón es de los más buscados para ser la primera experiencia. La gente nunca deja de aplaudir, de saludarte, de decirte que si puedes.

GRACIAS
Gracias a mi familia que nunca me abandonó. 

Gracias a mis amigos que me acompañaron virtualmente. Gracias a los niños que me saludaron en el trayecto. Gracias a los voluntarios que nos asistieron durante el camino. Gracias al joven que me encontré en la milla 24, que ya traía su medalla de que había terminado la carrera, me dio un apretón de manos y me dijo “yo se que duele y estás cansada, pero ya casi llegas y una medalla como esta te espera”. Gracias a la señora en la milla 25 que me saludó de mano también y me dijo muy segura “ya solo falta una milla”.

Gracias por haber tenido esta experiencia. Nunca sabes de lo que eres capaz, hasta que lo haces.
Y de acuerdo a mi aplicación de Nike+ ahora soy “Maratonista”

Seas o no corredora, ponte una meta, las metas nos ayudan a seguir adelante, a darnos cuenta de lo que somos capaces. Con mucho esfuerzo, dedicación y trabajo, lo que te propongas puedes lograrlo.

Gran Experiencia para mí y espero que un poco de inspiración para otras personas. Correr literalmente “me mueve” y me encantaría que también pudiera moverte a tí. 

Si eres principiante, adelante. Si tienes tiempo corriendo, no pares. Correr nos brinda algo más que una manera de ejercitarnos. ¡Nosotros podemos!
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