Una Mexicana en USA

Bolillo: un perrito maltés que nos ha cambiado la vida

Cachorro de perro Maltés de color blanco.


Debo confesar que me había resistido por mucho tiempo al hecho de tener un perro en casa. Mis hijas venían pidiéndolo desde al menos hace 4 años y por una u otra razón, siempre les daba una excusa. Primero porque ellas estaban muy pequeñas, después porque vivíamos en departamento, y a al final, porque tener un perrito en casa significaba una gran responsabilidad a la que ellas, quizás no estuvieran listas (y que yo no quería asumir). Bolillo, nuestro perrito mezcla de maltés y French poodle llegó a nuestras vidas sin avisar, y desde entonces nos ha cambiado la vida, y nos ha robado el corazón.


Mucho antes de que empezara nuestra vida con esta mascota, mis hijas no perdían la oportunidad de dibujar una y otra vez a nuestra familia, siempre, con un perrito a un lado. Era una manera de pedir una y otra vez, lo que tanto habían soñado. Prometieron ser responsables, entrenaron con un perrito de peluche y hasta empezaron a buscar información, sin saber si quiera que en nuestras próximas vacaciones, todos sus deseos se iban a cumplir.

Durante nuestro viaje por el día de Acción de Gracias en California, nos enteramos que mi hermana tenía una pareja de perritos, quienes habían sido padres de 4 cachorritos recientemente. Cuando los vimos, el corazón se nos derritió como un chocolate cuando hace mucho calor. Eran 4 bolitas de algodón tan lindas, que no pudimos resistirnos a la idea de que quizás, por fín mis hijas tendrían una mascota. Dos machos y dos hembras eran los bebés de esa pareja de perritos, y justo un día antes de regresar a Illinois, estábamos convenciéndonos de que uno de ellos, sería bienvenido en nuestra casa. Estuvimos hablando con mi hermana sobre los perritos, sobre lo que implicaba tener a un macho o tener a una hembra, y por ser nosotros primerizos en esas cuestiones de perritos, decidimos que un macho era la mejor opción. Temprano en la mañana, mi hermana recogió a uno de ellos, y envuelto en una toallita nos lo dió dentro de una caja.

Hasta entonces no teníamos un mínimo de experiencia en mascotas (salvo unos peces que se murieron hace mucho tiempo), y no sabíamos qué esperar. Nuestro nuevo cachorrito no tenía ni 8 semanas cuando lo quitamos del calorcito de su mamá, pero le aseguramos una y otra vez que tendría mucho amor y cuidados de su nueva familia. Creo que el hecho de que el viaje era por carretera también tuvo mucho que ver para decidir traernos un perrito desde tan lejos, aunque en el camino, él se la pasó llorando durante mucho tiempo.

Durante el trayecto de California a Illinois, tuvimos que pararnos más veces de las necesarias. Bolillo necesitaba no solamente comer, sino también caminar y hacer del baño. Era un bebé el que traíamos con nosotros. Fué muy valiente y soportó el viaje como si tuviera experiencia en ellos.

¿Por qué bolillo? Bolillo es un tipo de pan muy famoso en México, es esponjado y si pudiera compararlo con algo, sería con un baguette, para que te des una idea. Mi hija dice que puede ser que yo tuviera hambre cuando estaba pensando en nombres. La verdad es que estuve pensando en varios, y quería uno que pudiera ser pronunciado en Español y que de preferencia, no tuviera traducción al Inglés. Bolillo le quedó de maravilla. Decimos que para corto le decimos “Boli” y de cariño “Bolillito”.


Bolillo ha crecido bastante en este último mes. De ser alimentado con biberón y leche de fórmula y de vaca, a pasado a comer alimento especial para perro, en lata o croquetas. Ya juega, brinca y hasta sube las escaleras, ¡eso sin contar lo mucho que corre por la casa! Eso sin contar que ya tuvo su primer experiencia con la nieve y por supuesto su primera revisión médica.
Bolillo con su primer suéter, que a sus 5 semanas le quedaba grande.
Bolillo y su primera experiencia con la nieve.
Bolillo en su primera revisión médica de las 8 semanas, donde le pusieron un par de vacunas.

Creo que está en buenas manos. Nos ha venido a cambiar la vida, y nunca pensamos que un animalito, nos pudiera robar el corazón de esa manera. Creo que mis hijas eran felices, pero ahora en compañía de su mascota, lo son aún más. Ellas lo reconocen, y él las reconoce a ellas. Se ha vuelto parte de la familia y puedo decir con seguridad que un perrito si bien no es una persona, puede llegar a ocupar un lugar en tu corazón y tu vida como si lo fuera.
Bolillo en su primer paseo con correa, después de que las niñas salieron de la escuela.

Ni yo misma me creo lo mucho que este perrito significa para mí. De niña tuvimos muchos perros, y nunca pude encariñarme con ellos por la razón de que la mayoría de ellos, abandonaban este mundo dejando a mis hermanas desoladas. Creo que inconscientemente me prometí nunca pasar por eso y nunca abrir las puertas de mi casa (y menos del corazón) a una mascota. De verdad que uno no sabe todo el cariño que puede dar, hasta que se ve en la oportunidad de hacerlo. ¡Hasta ganas me dan de tener otro! No importa toda la responsabilidad que implica, si pasé la prueba con Bolillo, seguro la puedo pasar con otra bolita de nieve.
Bolillo, un consentido durmiendo en una de sus almohadas favoritas.

Bolillo es un perrito maltés que nos ha cambiado la vida, nos alegra los días y seguro nos acompañará por mucho tiempo más.


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