Una Mexicana en USA

Ellis Island: Museo Nacional de Inmigración

Ellis Island: Museo Nacional de Inmigración by www.unamexicanaenusa.com


La visita a la isla de Ellis durante nuestro viaje a Nueva York en Mayo pasado, me hizo darme cuenta que las cosas en cuestión de inmigración no han cambiado mucho. Estar en el Museo de inmigración y cada uno de los cuartos donde se explica el proceso por el que pasaron millones de personas de todas partes del mundo para llegar a Estados Unidos, me impactó enormemente. Es como una mezcla de sentimientos encontrados. Sólo una persona que ha venido “de fuera” puede identificarse con la experiencia, no importando la razón o el medio por el que llegaron a Estados Unidos.


Me doy cuenta de que pocas personas hablan abiertamente de lo que ha sido para ellos salir de su país de origen hacía Estados Unidos. Salvo por contadas historias de éxito, o unas cuantas más tristes, raras veces se exponen los sentimientos, la experiencia, el proceso. Ir a este Museo es como cuando miras a otra persona y sin decir nada sólo sonries y asientes, sabes lo que la otra persona ha pasado, y la otra persona entiende lo que has pasado tú.

Recorrer los pasillos, los cuartos y cada una de las salas te muestra una y mil historias. Historias con las que te identificas, hayas venido a este país por las razones que sean. A final de cuentas, todos buscamos lo mismo: una mejor vida. Sea lo que esto signifique. El choque inicial puede ser en menor o mayor medida dependiendo de donde vienes, que hacías y cómo era tu vida en tu país de nacimiento. Pero al llegar aquí, la mayoría nos sentimos y nos convertimos en “los de afuera”.

¿Qué puedes encontrar en el museo?

Tiene diferentes áreas destinadas a explicar la historia de las personas que dejaron sus países para venir a Estados Unidos. 

De las principales áeas están:

1. Una donde explica todo el proceso desde que las personas llegan en barco a la isla hasta donde son admitidos a este nuevo país. Es como una especie de autoguía donde cuarto tras cuarto, te muestran cada uno de los pasos que tenías que dar hasta que eras legalmente admitido. Encontrarás audios, videos, escritos, miles de fotos y objetos que las personas trajeron consigo. Además de objetos de las oficinas, hospitales y centros de inmigracián de la época. Se te apachurra el corazón con cada historia, cada rostro que vez, cada recuerdo, cada objeto que encuentras en las vitrinas. Vale la pena detenerse en cada uno de los cuartos y escuchar los audios, así como ver los vídeos y leer las historias porque sólo así puedes entender la magnitud de lo que un viaje y cambio como el que pasamos muchos, significa.

2. Hay otra área donde puedes ver ver en vitrinas montones de objetos de las oficinas de antes. Sin estar propiamente arreglados o distribuidos como entonces, simplemente te puedes dar una idea de donde se ubicaban o para qué funcionaban.

3. Un área que a mi me gustó mucho donde se narra la historia de cómo ha sido el proceso de inmigración desde diferentes puntos del planeta para llegar a un destino en común: Los Estados Unidos. Además de explicar las razones por las que las personas dejan su país. Que en la mayoría de los casos, no es por gusto. Te muestran el impacto que significa atreverte siquiera a pensar dejar lo conocido, el viaje  por el que tienes que pasar, y finalmente la vida en un nuevo país, donde siempre serás parte de la estadística de inmigración.

4. En el segundo piso puedes incluso ver cómo es que eran las áreas para dormir de aquellos que permanecían en el centro de detención.

Además de esto algunos otros tours guíados y unos tipo mini cines donde muestran vídeos explicando la historia de la inmigración y del museo.


Si te gusta la historia, o quieres conocer, bien vale la pena el tiempo de la visita.

Vista del interior del área de inspección como se ve ahora.


Así se veía el interior del centro de inspección, con largas bancas para los que llegaban. 





¿Han cambiado las cosas?

El proceso por el que pasaron más de 12 millones de personas al venir a Estados Unidos al llegar al centro de Inmigración en la Isla Ellis antes de pisar “tierra” se parece mucho al que mi familia y yo pasamos hasta donde nos encontramos ahora. Es cierto, no llegamos en barco ni tampoco teníamos la desventaja del idioma, mucho menos vivimos en tiempos en donde tu rumbo podría parecer aún más incierto. Pero los procedimientos, regulaciones y revisiones, siguen siendo casi las mismas. 

Nosotros venimos a este país con una visa, y el camino fué dificil. No me quiero imaginar para quienes vienen sin ningún documento que les permita permanecer aquí. Y cada vez que personas que no conocen el proceso se jactan, burlan o exigen que “deberían venir de manera legal” (refiriéndose a quienes no tienen documentos) me dan ganas de jalarme el cabello de la frustración. Y ganas de regalarles un diccionario, un video, o algo que los haga entender. El proceso no es en lo más mínimo fácil y tampoco es rápido. Y por si fuera poco, tampoco es barato.

Llegamos a Estados Unidos en el 2007 (mi esposo) y 2008 (mi hija y yo). No hubiéramos venido si mi esposo no hubiera recibido una oferta de trabajo. Con la oferta de trabajo en mano, teníamos una razón para venir a este país. Pero no lo podíamos hacer así nada más. Para venir hay que solicitar una visa, y con la visa un permiso de trabajo.

Tramitar una visa empieza con una cita, a la cita acudes al consulado de la ciudad más cercana a tí. Allí pagarás una cantidad de dinero solamente por aplicar, llevarás documentos que acrediten que estás siendo solicitado por una empresa de Estados Unidos, que puedes cumplir con el empleo en caso de ser admitido y que cuentas con los medios para dejar tu país. En esa cita te tomarán fotos, huellas y te entrevistará una persona. Una persona que puede ser muy amable, o puede hacerte sentir que no vales la pena y que no sabe por qué es que te están contratando a tí y no a un ciudadano estadounidense. En la cita te dirán que sí te aceptan o correrás el riesgo de que te digan que no, que muchas gracias.

A nosotros nos aceptaron y después de unas semanas, contábamos con los famosos “papeles”. Al llegar a Estados Unidos no eres nadie. No existes y tienes que empezar de 0. Hay que tramitar un número de seguro social (que va marcado de que sólo es válido con tu permiso de trabajo). También hay que obtener una licencia de manejo. Hay que buscar dónde vivir. Pero nadie te renta departamento porque no tienes nada en tu registro de buró de crédito. Y después de mucho estira y afloja finalmente tienes donde vivir, una identificación y un número de seguro social.

Casi el mismo proceso pasaban las personas que llegaron entre los años 1892 y 1924. Tiempoen el cual poco más de 12 millones de personas entraron al país y pasaron por este punto de Nueva York. Si traías un contrato de trabajo, sabías inglés y asegurabas que no serías una carga para el Estado, ya llevabas las de ganar. Pero igual tenías que pasar por el centro para las entrevistas, y asegurar que no estuvieras mintiendo, que fueras una persona sana y cuerda.

El siguiente procedimiento que pasaron esas personas, me hizo recordar el que pasamos nosotros cuando solicitamos la tan famosa “green card”. 

Entre 1892 y 1924 todos los inmigrantes que llegaban a este país, debían someterse a numerosas revisiones. Los pasos (de acuerdo a la imagen anterior) eran más o menos los siguientes:

Puedes conocer de una manera más detallada de este proceso DANDO CLICK AQUI.



Muchas de estas personas se quedaban en Nueva York, el resto se iba a ciudades cercanas o tomaban un tren para ir a otros estados.

El proceso parece fácil, pero está resumido en cuanto a todo lo que tenían que pasar las personas. Chequeos insesantes para ver que no estuvieras enfermo de nada. Marcas en tu ropa con gis que decían cosas que tú no sabías, etiquetas y notas que  se iban incrementando conforme ibas avanzando en la fila. Familias separadas, equipaje perdido, discriminación y burlas. No me quiero imaginar el impacto de las familias y cada una de las personas en ese momento.

Las cosas no han cambiado mucho. Para cuando solicitamos nuestra green card, el proceso fue muy parecido. Nada más que ahora más moderno todo. Igual tuvimos que acudir a citas, toma de huellas, de fotos y entrega de documentos. Tuvimos una revisión médica completa con un doctor asignado por el Servicio de Inmigración y Ciudadanía de los Estados Unidos, con muestras de sangre y orina (para descartar enfermedades congénitas o de transmisión sexual), además del examen de la tuberculosis . Nos aplicaron vacunas que me dejaron los brazos entumidos por más de tres días. No sé cuantas fueron, sólo recuerdo que al menos me aplicaron dos en cada brazo. Al final, el resultado era el mismo: no ser una carga para el estado debido a una enfermedad.

Y aún con este proceso, las cosas no garantizaban nada. Pero al final, y después de un tiempo nos llegó nuestra notificación. Sentimos alivio, pero al mismo tiempo nos sentiamos extraños. Sentimientos encontrados pues. Algo así como cuando visitas el museo.

Salir de tu país de origen e irte a uno que no conoces puede causar un gran impacto. No solamente te enfrentas a la famosa “adaptación”. Que por cierto muchos estadounidenses toman como que uno debe olvidar completamente lo que era, de donde viene y hasta el idioma que habla. Sino también te enfrentas a la presión de no perder “tu identidad”. O sea, vives de alguna manera en dos mundos. Que es mejor y más bonito, que ayuda y tiene sus ventajas, pero que también es pesado, doloroso, frustrante a veces, pero necesario.

Creo que a final de cuentas, todos los que llegamos para cumplir nuestro “sueño Americano” venimos a aportar algo a este país. Sean nuestras experiencias, nuestro idioma, nuestra mano de obra, nuestras ideas, nuestras costumbres, nuestra alegría y hasta nuestra nostalgia. Cada uno de los que hemos venido a a este país traemos nuestra propia historia, miedos, planes, sueños, metas, yla esperanza de una vida mejor. Y aunque cada uno llegó de diferentes partes, por diferentes medios y por diferentes razones, al final a todos nos une algo: somos inmigrantes.



Y de inmigrantes, se ha formado este país.

No les pido a los que no sepan que entiendan el proceso, la historia o las experiencias de otras personas. Pero por lo menos deberíamos ser más tolerantes. Exigir menos y respetar más. 

Y si tienes oportunidad, escucha sus historias, sus anécdotas, sus sueños. Y de paso, visita este museo que te dirá tanto, que te tocará el corazón. Aunque sea, un poco. 

¿Qué crees que es lo más difícil de dejar tu país de origen para emigrar a otro?


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