Quisiera que las celebraciones a lo largo del año, no fueran tan comerciales. Reconozco que es lindo tener un día para cada cosa, un día especial dedicado a cierto evento, a cierta persona, a cierto sentimiento. ¿Pero si hiciéramos eso todos los días?
Tal ves es que no se puede (o no se quiere). Tal vez es que si se hace, pero entonces ese día especial, es realmente especial.
¿Y si este día de las madres hacemos algo diferente? Bueno, dejemos lo diferente. Hagamos que este Día de las madres se prolongue por mucho más tiempo. Y si no es posible, y si tienes otras cosas en mente, al menos toma en cuenta lo siguiente para hacer aún más especial ese día que de por sí, ya lo es.
Visita a tu madre. No hay nada que alegre más a nuestras madres que la visita de los hijos. Puntos extra si llevamos a los nietos. Eso si, evita ir a comer con ella y después dejar encargados a tus hijos para tú poder salir a cenar. Consíguete otra niñera ese día.
Regálale flores. O mejor aún, regálale una maceta con una planta de flores. ¿te imaginas lo que sería despertar todos los días oliendo las rosas en el jardín? A menos que claro, tu mamá sufra de alergias, entonces las flores están descartadas.
Ayuda en las tareas del Hogar. Aún si ya no vives con ella. ¿Vas a visitarla y comerán en su casa? Pues bien, lava los trastes al terminar, limpia la mesa, barre y trapea la cocina.
Comparte fotos. No me refiero a compartirlas en las redes sociales, me refiero a que vayas y le lleves fotos. No se tu mamá, pero a la mía le encanta poner fotos en las paredes.
Tu madre no tiene Twitter, ni Facebook, ni Instagram. O tal vez sí. Pero en lugar de felicitarla a los cuatro vientos (o a las 4 redes) mejor háblale por teléfono, mándale una carta, visítala. Probablemente en tus redes sociales todos te darán “me gusta” a tu estatus, pero ¿no sería mejor un “me encanta que estés aquí, que hayas llamado, que recibí tu carta” de tu madre?
Sobre los obsequios. Cualquier madre te dirá que lo que sea está bien. Pero yo no creo que en el fondo ellas tengan corazón para decirte que esa licuadora no es lo que esperaban, que ese suéter no es de su talla, o que esos zapatos son incómodos. “la intención es la que cuenta” dice el dicho, pero cuando se trata de regalos para la persona que nos trajo al mundo, la intención no necesariamente las hace las más felices. Y ni siquiera tiene que ser costoso, pero si pensado en ella.
¿Regalando afecto? Bien que recuerdo ese comercial “regala afecto, no lo compre”. O sea que ni se te ocurra comprar el regalo más caro, cuando ni siquiera tienes el tiempo para ir a llevarlo, para llamarle y ver si lo recibió o para quedarte con ella a abrirlo. Y no es que no debas comprarle nada, o demostrarle cuánto la quieres a través de una joya, un electrónico, o lo que se te ocurra. Pero si no tienes el tiempo para estar con ella, un regalo caro no reemplazará tu presencia, tus palabras, tu tiempo.
Regalos que no cuestan nada. La compañía, sobre todo, es de los mejores regalos. Y más cuando nuestra madre ya es grande, y no tiene más familia cerca. Una canción, una carta, prepararle su comida favorita. Dejarla dormir más horas, no hacer ruido, no pedir, no gritar, no llorar. Pintarle las uñas, arreglarle el pelo. ¡Mimarla!
Y si lo hacemos este día de las Madres…
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