Recuerdo la mención de las cataratas del Niágara en nuestras clases de geografía de la secundaria y después en la preparatoria. Se nos explicaba que eran una de las fuentes de agua más grandes del continente, y lo único que sabía de ellas es que se encontraban entre la frontera de los Estados Unidos y Canadá. Nunca me imaginé que algún día me tocaría conocerlas, y que estaría tan cerca de ellas como para tocar la brisa que provocan. La visita que tuvimos a las Cataratas hace una semana, fue para todos una visita inesperada, porque aún cuando nos llamó la atención lo “cerca” que quedaban de donde vivimos actualmente, no pasaba por nuestra mente que las visitaríamos tan pronto.
Cuando estuvimos haciendo planes para ir a Toronto a la carrera de 15 kilómetros a la cual me inscribí, investigamos al menos dos rutas que nos llevarian a esa ciudad, y al menos una de ella, tenía a las Cataratas en el camino. Específicamente a unos pasos de Bufalo New York (el estado) se encuentran estas cascadas y llendo por carretera te toma al menos unas 12 horas desde donde vivimos nosotros (unas 10 si sales de Chicago). Desde Dunlap debes cruzar los Estados de Indiana, Ohio, Pennsylvania para finalmente llegar a New York. De ahí ubicar Buffalo y entonces a unos 30 minutos más o menos de ahí, llegar al pueblito de Niágara falls.
Por ser Toronto nuestro destino final y porque sólo teníamos el fin de semana disponible, es que nos dimos a la tarea de levantarnos más temprano de lo acostumbrado, y recorrer el parque antes de cruzar la frontera. Del hotel donde dormimos a las Cataratas sólo que tuvimos que caminar un par de cuadras y el acceso al parque es gratuito. Pero puedes quedarte en Buffalo y encontrar un precio más barato en hoteles y sólo manejar para conocer el parque, son sólo 30 minutos.
Visitar el parque antes de las 9 de la mañana es lo mejor que puedes hacer. Supongo que por lo conocido del área y el número de visitantes que acuden a este lugar, debe haber ocasiones en que esté saturado de gente, pero en esta ocasión no fue el caso y pudimos disfrutar de la vista de las cascadas sin ningún problema, sin aglomeraciones ni personas empujándote. Además el clima estaba de lo más agradable, ni frío ni calor.
Hay paseos en específico, como ir en un barco a una de las caídas principales y casi tocar el agua de la cascada, o subir a la torre del observatorio. O también la visita al acuario, pero el tiempo no nos permitió hacer todo eso, pero lo tendremos en cuenta para una visita futura.
Definitivamente vale la pena el viaje en carretera, la visita inesperada al menos por unas horas y la idea de volver a este lugar en un futuro, porque las Cataratas del Niágara, son de esos lugares que enamoran.