A todas nos ha pasado. En algún momento hemos querido que nuestros hijos sean o hagan lo que hacen los demás. Hablando por supuestos de esas cosas que a simple vista parecen positivas. Nos presiona la idea de no estar dando “el ancho” en la manera en que los estamos educando, y nos preguntamos si es que acaso estamos fallando en algo. Si nos hacen falta clases a las cuales inscribirlos, si les estamos leyendo lo suficiente, si los estamos alimentando como se debe, si están siendo “como los otros niños”. Y me doy cuenta que eso no importa. Recién platicando con Ximena sobre una de sus amiguitas, le pregunté…