Ximena empezó el Verano con una gran alegria, a la vez que una tremenda ilusión y ganas de hacer un montón de cosas. Lo primero que se había agregado la lista eran las clases de natación, y aunque sabíamos que dos semanas de clases no iban a hacer de ella una nadadora profesional, si creíamos que al menos le ayudarían a tener confianza en sí misma, y perder el miedo al agua. Sinceramente estábamos equivocados. Ximena pasó esas clases como si fueran un tormento. Lloró una y otra vez porque tenía que saltar al agua, nadar sin ayuda y llevar a cabo todas esas rutinas que a otras niñas les parecían tan fáciles. La regañé una…