A veces me sorprende la manera en que podemos aprender de nuestros hijos. A pesar de que nosotros somos los adultos, los de experiencia, los viejos, los que hemos vivido más, son ellos quienes nos enseñan a realmente disfrutar de las cosas sencillas de la vida, y a verla a traves de sus ojos.
No sé si lo he mencionado antes, pero la ciudad en la que vivimos ahora, es la tercera en la que hemos vivido en los últimos 6 años. Los cambios de ciudad no solamente han significado una nueva oportunidad de trabajo, sino una nueva manera de ver la vida, y sobre todo, un nuevo clima. Es la primera vez que vivimos en un lugar donde en el Invierno la nieve y el frío son algo de todos los días.
Cuando recién nos movimos aquí, mis hijas estaban felices de saber que alrededor de las fiestas Decembrinas, tendrían la oportunidad de hacer un muñeco de nieve, y de dibujar angelitos en el suelo, y este fin de semana se les cumplió eses “sueño”.
Por dos horas disfrutaron como solamente los niños lo pueden hacer, brincando, gritando, riéndose y sin importarles que estuviera frío afuera, o que incluso siguiera nevando. A veces los adultos deberíamos hacer como ellos, que lo único que piensan es en el momento, y el el gozo de simplemente ser eso: niño.
A pesar del clima frío, y de que después de esa aventura en la nieve nos tuvimos que quedar encerrados en casa, ellas no pararon de platicar de cómo se habían divertido, de cómo habian disfrutado esa “guerra de bolitas de nieve” y de cómo se les habia pasado el tiempo tan rápido, que no podían esperar para la siguiente vez.
Aún dentro de casa ellas siguieron pasándola bien, y nuevamente las cosas sencillas fueron las que las mantuvieron contentas. Basta un poco de música, la disposición de mamá y papá para bailar, y las risas y alegría reflejadas en su cara, lo dirán todo.
Sí, es cierto que a veces un pequeño regalo material puede también hacerlos felices, pero son esas cosas y situaciones que no se compran con el dinero, las que realmente generan una linda memoria que recordarán el día de mañana.
Otras maneras de hacer felices a nuestros hijos (y que a mis hijas les encanta):
- Leerles un libro antes de dormir.
- Jugar a que estamos en el restaurante.
- Jugar y peinar a sus muñecas.
- Dibujar y pintar.
- Cocinar y dejarlas participar en el proceso.
- Ir a la biblioteca.
Así es que ya lo sabes, a veces no es necesario el dinero para asegurar la felicidad de nuestros hijos. Piénsalo sobre todo ahora, que con tanta mercadotecnia y venta de juguetes a nuestro alrededor, nos quieren vender la idea de que el afecto y el amor, se demuestra comprando.
¿Qué hace feliz a tus hijos?
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