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Ximena ya tiene 10 años y esto es lo que he aprendido de ella

Apenas puedo creer que Ximena hoy cumple 10 años. Estrenarme con ella como mamá ha sido la experiencia más bonita del mundo, y también la más enriquecedora. He pasado de sentir miedo de saber que iba a traer un nuevo ser a este mundo, a orgullo y admiración, de todo lo que ella me ha enseñado a lo largo del camino. Sé que no le gusta mucho que hable de ella, pero ¿cómo no hacerlo? ella es una de las razones por las cuales mi vida tiene tanto sentido.
 

Aún sin nacer ya era muy amada, y el nombre que ahora lleva, lo escogí cuando supe que sería una niña. Ella tiene su propia personalidad, una mezcla de los genes de papá y mamá, con ese toque de seriedad y aplomo, una chispa de alegría en su cara, y una determinación de carácter que solamente ella podía tener. Le encanta leer y dibujar, le gusta un poco menos escribir, le apasiona ayudar a los demás, le enorgullecen sus raíces Mexicanas, ama a su hermanita por sobre todas las cosas, tiene sueños, planes y un hambre enorme por aprender.

Y más que ella aprender de mí (que por supuesto lo hace), creo que con su nacimiento y al verla crecer, yo misma he aprendido muchísimo de ella. Uno no viene a este mundo con un manual de cómo ser mamá, y por más libros que existan no será sino el instinto y la conexión que tenemos con nuestros hijos lo que nos ayudará a criarlos a nuestro mejor entender, siempre ayudados por su amor incondicional, por sus preguntas sin parar y su capacidad de sorprendernos.

Entre otras cosas, mi hija me ha enseñado:
 
  • A sonreir y ser feliz con los pequeños momentos. Una tarde en el parque, deslizarse en la nieve, caminar junto al río, simular que estamos volando, una tarde de películas. No tienen precio, y sin embargo nos hacen sentir tan felices.
  • A no rendirme y seguir adelante. ¿Rendirme después de trabajar tan duro? Eso sí que no, gracias a ella seguí adelante el año pasado cuando casí me doy por vencida antes de lograr mi meta al correr el maratón de Chicago.
  • A ser compasiva con los demás. Ha donado su pelo a las personas con cáncer dos veces, cada que puede con sus amiguitas ayuda en actividades que generan dinero para ayudar a caridades, y se emociona siempre que sabe de algún evento para recabar fondos. 
  • A disfrutar de uno mismo. A veces sólo nos necesitamos a nosotros mismos, y disfrutar de nuestra propia compañía, habla de lo mucho que nos queremos.
  • A ver el lado bueno de las cosas. ¿Para qué hablar de lo que nos podría hacer sentir mal? Mejor hablar de lo que nos hace sentir bien.
  • A hacer preguntas y buscar respuestas. No hay una verdad absoluta, y buscar respuestas siempre es bueno.
  • A defender mi postura, pero siendo abierta a la de los demás. No tener miedo a expresar mi opinión, por temor a que otros no lo acepten.
  • A pensar en los demás. Esto me he dado cuenta ahora que estamos planeando su fiesta de cumpleaños, quiere divertirse con sus amigas, pero más que pensar en lo que ella quiere, también piensa en lo que los otros pasen un momento agradable, y le preocupa que la comida pueda ser del gusto para todos.
  • A compartir sin esperar nada a cambio. Por el simple gusto de hacerlo.
Igual es que aprendemos mutuamente. Ella sabe que estoy ahí para ella, y yo sé que siempre estaré a su lado. Es mi amor chiquito, y hoy me emociono porque al estar planeando su fiesta de sus 10 años, me doy cuenta de que quizás sea la última en la que ella quiera una piñata, una fiesta en el parque y un tema de caricatura. Igual me equivoque, pero es que ya son 10 años. Dentro de poco, aunque para mi siga siendo mi niña bonita, de niña ya no tendrá mucho. Pero mientras tanto, la sigo disfrutando, y doy gracias a Dios de poder estar a su lado y verla crecer, eso sí que no tiene precio.
 
Ximena ya tiene 10 años, y esto es lo que he aprendido de ella.
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